El Vaticano cuenta con un protocolo diseñado a la medida para, rápidamente, actuar una vez el Papa fallece. Los cardenales menores de 80 años deben reunirse en la Capilla Sixtina para las jornadas de votación en busca de alguien que pueda asumir el poder de la iglesia. Estas elecciones se celebran de manera secreta en un proceso que lleva por nombre cónclave.
El método mediante el cual se elige un nuevo Papa poco o nada ha cambiado desde hace más de 800 años con la creación de la constitución apostólica Universis Dominici Gregis y comienza con el camarlengo, el cardenal Kevin Joseph Farrel dirigiendo la iglesia de manera momentánea. Es este mismo quien, no solo anuncia la muerte de pontífice, sino que también lleva a cabo la ceremonia privada y dirige el homenaje en la Basílica de San Pedro.
Actualmente hay 252 cardenales católico de los cuales son 135 aquellos con derecho a voto, todos menores de 80 años, procedentes de 71 países, quienes tendrán a su cargo la pesada tarea de elegir al nuevo. Un mosaico global que revela no solo la universalidad de la Iglesia, sino también su encrucijada.
Las normas establecen que el cónclave no debe convocarse durante los Novediales (el período de nueve días de misas por el alma del papa fallecido, que empieza a contarse desde el entierro) ni extenderse más allá del vigésimo día tras su muerte. En este caso, con el funeral fijado para el 26 de abril, los Novediales concluirán el 4 de mayo, y el cónclave podrá comenzar entre el 5 y el 10 de mayo, fecha límite marcada por la normativa vaticana.
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