El presidente asegura que estará lista antes de 2029, pero expertos estiman que costará más de medio billón de dólares y podría tardar décadas
24/05/2025 Actualizada 04:306
Donald Trump, en su desmedida ambición, ha anunciado oficialmente el lanzamiento de uno de los proyectos más importantes en materia de defensa nacional en la historia reciente de Estados Unidos: la Cúpula Dorada (Golden Dome). El plan, presentado en el Despacho Oval junto al secretario de Defensa, Pete Hegseth, prevé la construcción de un escudo antimisiles de escala continental que operará principalmente desde el espacio.
El objetivo declarado es claro y consiste en blindar todo el territorio estadounidense —casi 10 millones de kilómetros cuadrados— frente a ataques con misiles de largo alcance, incluidos los proyectiles hipersónicos, que pueden superar los 6.000 kilómetros por hora y son actualmente considerados una de las mayores amenazas estratégicas por parte de potencias rivales como China, Rusia, Irán o Corea del Norte.

La estructura básica del sistema estaría compuesta por centenares de satélites orbitales que trabajarían en red para detectar, rastrear e interceptar amenazas en tiempo real. Estos satélites compartirían datos con sistemas de defensa en tierra y en el espacio capaces de lanzar proyectiles interceptores antes de que los misiles enemigos crucen el espacio aéreo estadounidense.
«El objetivo es que ningún misil toque suelo americano», afirmó Trump durante su intervención. Según explicó, el sistema funcionaría de forma totalmente automatizada, con inteligencia artificial y sistemas de alerta temprana, y permitiría actuar en cuestión de segundos desde la detección de una amenaza.
Durante el acto de presentación, tanto Trump como Hegseth mencionaron la inspiración directa del proyecto en la famosa Iniciativa de Defensa Estratégica, más conocida como «Guerra de las Galaxias», que promovió Ronald Reagan en los años ochenta. Aquella propuesta, pensada para contrarrestar a la entonces Unión Soviética, nunca llegó a completarse por falta de tecnología y viabilidad económica.
«Vamos a completar lo que Reagan empezó hace 40 años», dijo Trump, refiriéndose a su deseo de terminar lo que considera una deuda histórica con la seguridad nacional. La diferencia, argumenta, es que ahora sí existe la tecnología para hacerlo realidad.
El modelo de defensa que ha servido como inspiración más reciente para el plan estadounidense es la Cúpula de Hierro (Iron Dome) de Israel, un sistema diseñado para interceptar cohetes y misiles de corto alcance. Ese escudo demostró su eficacia en abril de 2024, cuando logró neutralizar gran parte del ataque masivo lanzado por Irán sobre suelo israelí.
Sin embargo, la comparación tiene límites claros. Mientras que el sistema israelí protege un país de apenas 22.000 km²—el tamaño aproximado de Galicia o Navarra por duplicado—, la Cúpula Dorada aspira a cubrir un área 400 veces mayor y a interceptar proyectiles mucho más sofisticados.

El plan presentado por Trump tiene un coste inicial estimado en 175.000 millones de dólares, de los cuales 25.000 ya han sido incluidos en el proyecto de presupuestos para el próximo ejercicio fiscal. No obstante, la Oficina de Presupuestos del Congreso ha advertido que el coste final podría superar el medio billón de dólares y requerir más de dos décadas para su despliegue completo.
Aunque la supervisión recaerá en el Pentágono, su desarrollo dependerá en gran medida del sector privado. Trump no ha ocultado su preferencia por SpaceX, la empresa de Elon Musk, como uno de los principales contratistas del proyecto. También se han mencionado empresas como Lockheed Martin, RTX Corp, L3Harris Technologies, Palantir o Anduril, muchas de ellas ya proveedoras habituales del Departamento de Defensa.
Esta posible adjudicación de contratos ha provocado ya las primeras críticas en el Congreso, sobre todo por parte de representantes demócratas que alertan sobre conflictos de interés y la posible influencia de figuras como Musk o Peter Thiel, conocidos por su cercanía con el presidente republicano.
Uno de los argumentos clave que sustentan el plan es el aumento de la amenaza global por parte de rivales estratégicos. La Agencia de Inteligencia de la Defensa(DIA, por sus siglas en inglés) ha publicado recientemente un informe en el que señala que países como China y Rusia ya cuentan con misiles hipersónicos operativos capaces de alcanzar territorio estadounidense.
A ello se suman los avances en misiles balísticos intercontinentales, cohetes lanzados desde submarinos, bombarderos de largo alcance y sistemas de ataque múltiple que podrían poner en peligro zonas densamente pobladas en cuestión de minutos.
Trump sostiene que, ante esta realidad, los sistemas actuales —como el THAAD o los interceptores basados en tierra— no son suficientes. La única manera de garantizar la seguridad nacional, insiste, es disponer de una cobertura desde el espacio que funcione como una «cúpula invisible y permanente».

Para dirigir la iniciativa, Trump ha designado al general Michael Guetlein, hasta ahora subdirector de operaciones en la Fuerza Espacial de Estados Unidos. Guetlein cuenta con experiencia en adquisición de tecnología militar avanzada y defensa antimisiles, y tendrá la tarea de coordinar a las distintas ramas militares y contratistas civiles implicados en el desarrollo del sistema.
Aunque Trump ha asegurado que el sistema estará en marcha antes del final de su mandato, expertos en defensa se muestran escépticos. No solo por la dificultad técnica y el altísimo coste, sino por los plazos. Sea como fuere, Trump, en su desmedida ambición, quiere que su segunda estancia en la Casa Blanca tenga este golpe de efecto descomunal y pasar a la historia como el presidente que convirtió a Estados Unidos en el país inatacable.
More Stories
México vota en las primeras elecciones judiciales de su historia
Trump vs Harvard: Claves para entender el conflicto
Ucrania se prepara para una gran ofensiva rusa en verano si las negociaciones de paz fracasan