En un encuentro lleno de emociones, el Barcelona aseguró La Liga a tres jornadas del final del torneo. Por cuarta vez en la temporada, superó al Real Madrid y reafirmó su superioridad.
Hansi Flick ha moldeado un equipo letal cuando se muestra ambicioso, aunque con altibajos defensivos que lo hacen vulnerable. Durante la primera mitad, los culés fueron un huracán ante un Madrid de Ancelotti sin respuestas, incapaz de contener el ímpetu azulgrana.
El marcador reflejó su dominio con cuatro goles, relegando a un segundo plano los dos tantos iniciales de Kylian Mbappé.
El conjunto merengue comenzó el partido como deseaba. La estrategia, habitual en Ancelotti frente al Barça, era defenderse con orden y explotar la velocidad. Esta vez, el arranque fue perfecto: un fallo de Cubarsí, que acumula demasiados errores últimamente, derivó en penalti. Mbappé lo transformó con firmeza, dejando atrás sus problemas previos desde los once metros.
Xabi Alonso tiene tareas pendientes: desde la conexión entre Mbappé y Vinícius hasta la construcción de juego. El Madrid parecía hundirse en la segunda parte, pero la entrada de Modric aportó equilibrio y mantuvo viva la esperanza. El equipo reaccionó, presionó y acortó distancias. El encuentro se convirtió en un intercambio de golpes, con jugadas al límite del fuera de juego, decisiones polémicas del VAR y un duelo intenso entre dos gigantes.
Ancelotti optó por lanzar a Endrick y al juvenil Víctor Muñoz en busca de un milagro. Curiosamente, dejó en el banquillo a Rodrygo, sin darle ni un minuto en un partido clave.
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